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Empresas Públicas: Preguntas para el 2030

  • Opinión

El título nos puede llevar a un análisis infinito, por ello propongo pensar, más que en cómo será nuestro país dentro de 12 años, en cómo debe ser en algunas áreas específicas. Por ejemplo, respecto a las empresas públicas.

No hay dudas que determinados aspectos de la vida de cualquier país, permean todos los estamentos del mismo. Me refiero al principal: la educación. Todo problema que se considere, el que sea, siempre concluye con el mismo diagnóstico: hay que ajustar alguna pauta del sistema educativo.

Es por ello que, si reparamos en empresas públicas, también se colará en el análisis.

La gran pregunta entonces para el bicentenario de la República es ¿qué tipo de educación deberíamos tener? Pero como no soy especialista en el tema y quiero referirme a las empresas públicas, dejo la advertencia que el tema esencial -la educación- tendrá menciones laterales en estas líneas.

Una segunda advertencia tiene que ver con la prohibición que me alcanza y que emana del numeral 4 del artículo 77 de la Constitución de la República. La mirada de largo plazo y centrarme, sobre todo, en el Banco de Seguros del Estado (BSE), del que tengo el honor de integrar su Directorio, me permitirán hacer pública esta reflexión.

Ya no se discute el dominio estatal de las empresas del Estado, hace 26 años la ciudadanía resolvió esa discusión. Y no se ha vuelto a plantear.

Un debate que no está saldado aún es dónde debe estar la definición de objetivos de cada una de las empresas: ¿debe ser el Poder Ejecutivo vía los ministerios respectivos? ¿Debe ser Presidencia de la República a través de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto? ¿Debe existir un holding de empresas públicas que marca el rumbo a seguir? Si se va por este camino ¿cómo se constituye ese holding, de quién depende, dónde se ubica en el organigrama estatal?

Antes de esa discusión, lo que debemos preguntarnos, mirando el 2030, es por la viabilidad de las mencionadas empresas.

Una primera pregunta en ese sentido es: ¿Qué están haciendo las empresas públicas hoy para seguir siendo viables?

El concepto es abarcativo, tanto como la diferente realidad de las mismas. No es lo mismo ANCAP, que AFE, el BROU que OSE, por ejemplo. Pero hay un elemento esencial que se ha vuelto denominador común para todas: la tecnología. Ya sea para llevar adelante su producción, optimizar recursos o desarrollar una reingeniería de procesos.

¿Cómo se están preparando, entonces, las empresas públicas ante el advenimiento inexorable de la tecnología? ¿Hay conciencia en las empresas que compiten, por ejemplo, que las aplicaciones y servicios tecnológicos pueden ser un competidor desconocido y quizás más agresivo que otra empresa de la competencia?

Estas preguntas me llevaron a elaborar, junto a mi equipo de trabajo, una propuesta para que el BSE -que compite con 16 empresas, la mayoría multinacionales- se adelante a esa circunstancia y se prepare para lo que vendrá.

Si bien el mercado asegurador cuenta con la regulación del Banco Central, la emergencia de los insurtech es una realidad en el mundo actual, de la que nuestro país no estará ajeno por mucho tiempo más. La irrupción de aplicaciones como Uber, que conectan oferta y demanda, a pesar de las regulaciones, es una clara muestra que el mercado asegurador también está expuesto a correr la misma suerte. La pregunta allí es si cuando eso ocurra, vamos a lamentarnos y ver cómo aplicamos las normas y prohibimos, o nos preparamos para esa nueva competencia.

De ese modo, la propuesta que presenté es la de crear un departamento de estadística que nos permita conocer al detalle toda la información que surge en una empresa que es, compañía de seguros, sanatorio de enfermedades y accidentes laborales y eslabón final del sistema previsional de AFAPs. ¿Cómo podemos mejorar la toma de decisiones si no contamos con la información precisa, en tiempo y forma, con la celeridad que las circunstancias lo requieren?

Esto se complementa con la creación de un departamento de Prospectiva, compuesto por profesionales que, mediante la construcción de escenarios probables, elaboren los informes imprescindibles para convertir en oportunidades las amenazas que puedan surgir.

Esa labor se potencia y se apoya en la tecnología. Para la extracción de los datos y la exploración de la realidad; para el procesamiento de la información y la elaboración de las alternativas; y sobre todo, para la puesta en marcha de las nuevas oportunidades de negocios.

Nada de esto podemos llevar a cabo, si no contamos con la formación adecuada, para todos los niveles del negocio.

Para que sigamos teniendo empresas públicas, que sean eficientes, que compitan, que den los mejores servicios a los menores costos posibles, es imprescindible que las pensemos y gestionemos en clave moderna, viendo a la tecnología como una aliada fundamental y no como una amenaza.

También es indispensable que miremos a los usuarios de las mismas como clientes, siendo empáticos con ellos, poniéndonos en sus zapatos y no verlos como los propietarios de una entelequia y como objeto de extracción de impuestos encubiertos.